Una niña tuvo su primer período. Se lo notifica a su madre por WhatsApp. La madre le responde por el mismo medio a su hija. Le recomienda a la niña que anote la fecha para poder predecir su próximo ciclo. La niña le responde:
– Mami, no te preocupes, descargué una aplicación que se llama ”Clue” y te ayuda con la menstruación.
Hace 42 años, la madre notificó su transición biológica hacia la adultez personalmente a su familia. En un mundo donde no existían el celular inteligente ni el internet de uso común. Marcaba en un calendario pegado a la pared de su habitación, el inicio de su ciclo menstrual.
La niña en cambio, ha nacido en la era digital. Pertenece a la llamada Generación Z. La niña ha tenido acceso a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) desde temprana edad. Para ella, crear una presentación en Windows 10 en su computadora portátil táctil y otra en su mini IPAD con sistema operativo IOS es normal. Estas destrezas probablemente han sido introducidas en el seno familiar, pero desde el cuarto y quinto grado, han formado parte de su currículo escolar elemental. Utilizados en todas sus materias. El celular inteligente es un equipo periferal extensivo de su cuerpo y su capacidad cognitiva. Tanto en su vida diaria, como es su ámbito escolar.
Como parte del currículo integrado escolar, se le está fomentando el trabajo en equipo, aunque irónicamente el uso no regulado de estas tecnologías, boicotean este intento. Ya que si no es compulsorio o la tarea no se diseña con estos propósitos, ella prefiere trabajar sola porque puede realizar sus trabajos sin necesidad de colaboración.
Cuando la familia sale a cenar, la niña toma el celular, se coloca los auriculares y se desconecta de lo que sucede a su alrededor. Por lo que sus padres, tienen que imponer la regla de no utilizar el equipo mientras se encuentran en la mesa conversando. Lo que es más, los padres tienen que ellos mismos hacer esfuerzos por no mantener el celular encendido sobre la mesa y resistirse a la tentación de mirar disimuladamente cada segundo.
Creo que todos estaremos de acuerdo, mis queridos lectores, que las TICS no solo llegaron para quedarse, sino que continuarán avanzando en su impacto cotidiano sobre cada uno de nosotros.
Como hemos visto en estas situaciones aquí presentadas, el impacto psicosocial de la tecnología ha modificado nuestro comportamiento y la forma en la que nos relacionamos. Lo cual como todos los cambios, trae sus aspectos positivos y sus áreas de reto para manejar.
Esto implica, que dentro de los aspectos positivos, encontramos que la tecnología tiene el potencial de permitirnos ser más rápidos y eficaces en nuestro trabajo. Siempre y cuando, el usuario no se distraiga con el consumo de videos y el uso de las redes sociales mientras ejerce sus responsabilidades.
Son estas mismas redes sociales las que a su vez, han desatado todo un abanico de adquisición de destrezas personales tales como vencer la timidez o fomentar la escritura y la lectura, amparados en el anonimato en muchas ocasiones.Tenemos expertos en diferentes temas basados en sus experiencias y opiniones. Así como productores de material audiovisual, que se han apoderado de la Web. La cual sirve como medio terapeútico, incubadora de sueños y creaciones. No ha habido otra época histórica en donde se hayan dado las condiciones para tal amplitud de oportunidades y espacios públicos.
En la vorágine de esta gran revolución. Las personas con diferentes capacidades han encontrado su propio nicho de expresión y desarrollo. Formando parte de la comunidad cibernética, al tener, mediante las opciones de accesibilidad en sus celulares y tabletas herramientas de igualdad social y laboral.
Las TICS por otro lado, en sus áreas de reto para manejar, han sido objeto de mal uso por personas inestables emocionalmente o sin escrúpulos. Provocando impactos psicológicos y sociales en los niños y jóvenes al observarse comportamientos antisociales tales como la delincuencia, delitos sexuales, violencia, intentos de suicidio, entre otros.
El mal uso de las TICS han sido las causas identificadas por varios profesionales de la salud para producir comportamientos que se consideran patológicos porque pueden afectar una o varias áreas de la vida diaria. Aunque estos no necesariamente conduzcan a un delito tipificado legalmente. Pero que atentan directamente contra la integridad personal y la dignidad del individuo. Entre estos destacan:
1. Comportamientos Adictivos – Que pueden llevar a que el individuo sólo se comunique socialmente por las redes y no tenga contacto social físico en el mundo real.
Antes de la era tecnológica – Adicción a la televisión, historietas (“comics), colecciones como figuras de acción, películas de ciertos temas como los de fantasía y horror, por ejemplo
2. Trastornos de Ansiedad – Como en el caso de que las personas tienen que estar accesando el teléfono constantemente y hasta lo sienten sonar aunque no sea verdad.
3. Depresión – En el caso de los adolescentes resultan dramáticos los casos con diagnóstico de depresión por no ser un ”youtuber” con muchos seguidores o no sentirse físicamente atractivos o talentosos como los ”youtubers” de moda. Esto es sin contar la pésima calidad de contenido de muchos ”youtubers” que no aportan nada al desarrollo del individuo. Como son el caso de muchos de los famosos retos.
Antes y después de la era tecnológica
Los modelos de rol de ídolos adolescentes en la televisión accesados a través de los videos musicales. A estos ahora se añaden a parte de actores y músicos, los “youtubers”.
Dichos aspectos siempre han formado parte de nuestras sociedades modernas. Lo que ha cambiado son los medios en que se disemina y el canal de expresión de los mismos. En primer lugar, los peligros mayores para los menores eran el contacto directo con ellos en situaciones sociales. Luego vino la televisión como el medio de comunicación masiva más poderoso en su momento. Se reseñaron los efectos en el comportamiento de los menores al ser expuestos a programas violentos, la comercialización desmedida y de cómo ocurría el aprendizaje de estos por observación e imitación.
No ha de ser muy difícil para el lector, percatarse que el material audiovisual colgado en las redes al que se expongan los menores sin supervisión, es similar a la televisión, pero con un efecto de alcance aún mayor.
Ahora tenemos las TICS. Con el agravante del acceso inmediato, menos controles y privado. Al igual que en antaño con la televisión y el material impreso, los padres, cuidadores, educadores, tenemos la responsabilidad de monitorear qué productos consumen nuestros hijos y estudiantes a través del internet. La estrategia ha sido siempre y será la supervisión de los menores, para que puedan aprovechar las ventajas y desechar el material que no aporte al desarrollo escolar y ciudadano adecuado.
En resumen las TICS ofrecen una plataforma para el desarrollo personal, escolar, social y laboral fomentando comportamientos deseados y la oportunidad de adquirir las destrezas necesarias para el siglo XXI: trabajo en grupo, ciencias, matemáticas, ingeniería, programación, lectura, escritura, presentación ante un público, idiomas diferentes, pensamiento crítico, solución de problemas y creatividad, entre otras. Estas destrezas requieren de una estabilidad física y mental como base.
Las TICS apoyan aspectos psicológicos importantes, en la medida que su uso sea regulado y estructurado para un fin determinado. Como por ejemplo, la autoestima, porque provee la oportunidad de creación de contenido y la retroalimentación sobre el mismo de la comunidad cibernética de forma inmediata. El adolescente tiene que aprender a afrontar la crítica en un ambiente más protegido. También porque permite abrazar la comunidad con diferentes capacidades, ya que en el mundo real han confrontado años de discrimen y aislamiento social.
Así que a disfrutar la era tecnológica y tengamos aspiraciones y sueños digitales. Fomentemos el buen uso guiando a nuestros niños.Todo es cuestión de balance en la vida. En este tema que aquí nos ocupa, también.
Hasta la próxima publicación.